Océano negro encuentra a Corto viajando en pos de un ignoto tesoro por tierra, mar y aire, recorriendo lugares como Japón, México, Perú y la mezquita de Córdoba. Flanqueado o perseguido por personajes de diversa catadura, algunos ambivalentes y otros decididamente execrables, como ladrones, sicarios o miembros de organizaciones fascistas y hasta de la propia CIA. Incluso aparece el entrañable canalla de Rasputín
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