No hay más que ver el trabajo de numerosos desarrolladores creando herramientas de aprendizaje para entender que el libro de texto como tal es una herramienta incómoda, muy poco atractiva, que no genera ningún tipo de feedback sobre su uso, y que además, da lugar a un efecto todavía más perverso: el hacer que los estudiantes se acostumbren a recurrir a una única fuente.
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