Estoy siguiendo la polémica por el homenaje a Jaime Gil de Biedma con entusiasmo. Echaba yo de menos los artículos cruzados, las columnas con réplica y contrarréplica que tantos momentos gloriosos en otros tiempos, para solaz y esparcimiento, nos han ofrecido a los lectores de prensa diaria. Más allá del debate en sí (la separación entre obra artística y vida privada del autor, lo pertinente del reconocimiento público por la valoración de los actos íntimos y no por los méritos artísticos).
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