Se suele confundir el azar (y/o la suerte) por la intuición. Es normal, al fin y al cabo, si un resultado parece improbable, lo primero que pensamos es que estamos ante un hecho insólito y, por tanto, con alto grado de “suerte”. Pongamos como ejemplo la lotería. La idea de que un resultado de uno entre catorce millones aparezca dos veces en el lapso de cuatro días puede parecer, como mínimo, poco probable. Y sin embargo, ha ocurrido más de una vez y tiene una explicación.
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