La noche del 21 de junio fue la más corta en el norte del planeta. En la latitud de 48,9 grados, París no era una excepción. La Ciudad de la Luz tuvo un crepúsculo excepcionalmente luminoso. El cielo quedó inundado de nubes noctilucentes después de la puesta de Sol del solsticio. Flotando en el límite del espacio, estas concentraciones de partículas continúan brillando en las altitudes extremas de la mesosfera, mientras que en la superficie de la Tierra ya ha oscurecido.
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