Buena parte de mi tiempo de lectura se me va poniéndoles pegas a los libros para no tener que leerlos. Esto se me hace más fácil si llevan faja. La faja es, no ya periferia literaria, sino exactamente lo opuesto a todo lo que significa literatura. Ponerle una faja a un libro es ponerle precio a tu dignidad. Me vendo por un blurb, por dos, por un premio, por un ditirambo desportillado. Vean por ejemplo 'La escuela católica' (Lumen), de Edoardo Albinati. Faja: "premio Strega". Ya está.
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