Las páginas de tres raros volúmenes de los siglos XVI y XVII habían sido archivadas con un poderoso tóxico. Y estaban al alcance del público. Ahora están dentro de unas cajas de cartón, ventilados y separados del resto de volúmenes con etiquetas de seguridad. La idea es digitalizarlos para minimizar el riesgo del contacto físico. Pero durante años estuvieron al alcance de cualquiera de los usuarios de la Universidad de Southern Denmark, en Esbjerg, Dinamarca. Hasta que descubrieron que los tres libros habían sido embadurnados con arsénico.
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