El origen de este bulo proviene de algunos estudios científicos, de tipo epidemiológico, que han hallado una posible relación entre el consumo de ajo y un menor riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, como el de esófago, de estómago, de colon, de páncreas o de mama, tal y como recoge la página web del Instituto Nacional del Cáncer estadounidense.
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