"Os habla el presidente del Gobierno, nada hubiera sido posible sin Rubalcaba”, solemnizó Zapatero en un mitin ante 6.000 personas la tarde en que ETA anunció el abandono de las armas. Ni una alusión más, ni un reconocimiento, ni un aprovechamiento político de aquella clamorosa derrota. Ni él ni el Gobierno al que pertenecía. Un éxito policial, judicial, social y político. Sí, también fue político, y atribuible sobre todo —ya es hora de decirlo— a ese hombre menudo al que hoy muchos lloran y antaño acribillaban a insultos.
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