Si el adulto hace lo que él quiere o desea, todo va bien, pero como se encuentre con un límite o algo que no encaje con lo que quiere, puede llegar a comportarse de manera desafiante y agresiva. Los padres reconocen en la tutoría que no les gusta que su hijo sufra y lo pase mal. Es por ello por lo que no le ponen límites en casa y que, si lo que tienen de cena no le gusta, ellos siempre piensan: “Qué me cuesta hacerle otra cosa con tal de que cene...”.
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