La existencia de la navaja siempre ha sido un grave problema para las autoridades de nuestro país. Lo han hecho todo para erradicar su uso y su abuso. Carlos I llegó a castigar con la pena de muerte su fabricación. Durante muchos años la clásica navaja bandolera se fabricaba en Francia. En 1721 Felipe V, un monarca que tenía una aversión obsesiva por este utensilio tan castizo, llegó a penalizar su simple posesión con seis años de prisión para los nobles y doce en galeras para los plebeyos.
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