Las cuatro embarcaciones estuvieron a la deriva luchando contra vientos adversos durante los siguientes diez días. El 2 de septiembre, al atardecer, la Barca de Hamburgo disparó un cañonazo pidiendo socorro porque “se hundía sin remedio”. El Gran Grifón y el Trinidad Valencera acudieron en su socorro y consiguieron rescatar a la totalidad de la dotación antes de su hundimiento.
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