Venecia, madrugada del cuatro de marzo del año de nuestro señor de 1678. La ciudad duerme, está en calma, sólo alguna góndola con embozados amantes se desliza por las aguas oscuras de los canales. De pronto se siente algo extraño en el ambiente. Los perros comienzan a ladrar y ahullar excitados, las gaviotas levantan el vuelo desde los tejados vociferando excitadas. Los gatos se escabullen a sus escondrijos, mientras que las ratas nadan por los canales en busca de refugio. La brisa ligera se transforma ahora en excitado vendabal, y un...
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