"Hicimos un estudio sobre los diagnósticos y vimos que el 40% de las internas no tenían ninguna enfermedad mental; tenían malestar fruto del sufrimiento de funcionar con los patrones de género, ser madre, esposa o ama de casa", sentencia la doctora. Desde las cazas de brujas del siglo XV, a las mujeres disidentes se las ha perseguido. La enfermedad mental no es una construcción social, como rezaban varias pancartas en una manifestación reciente, pero "la disidencia se castiga, se patologiza".
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