Poco tiempo después del ascenso de Hitler al poder en 1933, observadores de los Estados Unidos y otras democracias occidentales comenzaron a cuestionar lo ético de respaldar las Olimpíadas de Berlín organizadas por el régimen nazi. En respuesta a los informes sobre la persecución de los atletas judíos en 1933, Avery Brundage señaló: “Los pilares básicos del renacimiento olímpico moderno se verán debilitados si se permite a los países individuales restringir la participación por motivos de clase social, credo o raza”.
|
etiquetas: olimpiadas berlín , boicot olimpiadas , nazismo , 1936