Hoy me han llamado fascista y equidistante. El primer motivo es que pido una reducción de ratios. Soy fascista también por no creer en discursos únicos. Por considerar que el aula, al ser diversa, necesita estrategias diferentes. Eso me hace estar alejado de los ámbitos, del ABP o de otras estrategias metodológicas únicas y vendidas como estándares. Creer en lo que dicen los datos y las evidencias, me hace fascista. Criticar las decisiones educativas que toman determinados partidos políticos me hace fascista también.
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