Benditos sean los embotellamientos. El 4 de noviembre de 1969, los Doors se encerraron en los estudios Elektra Sound con dos incorporaciones: Ray Neapolitan en bajo y John B. Sebastian en armónica. Tenían una buena canción entre manos, pero no hubo forma de hacerla funcionar. Frustrado y ligeramente ansioso (estaba en el alba de una larga relación con la cocaína), el productor Paul A. Rothchild mandó a todos a dormir. Es posible que Jim Morrison no hiciera caso. Como es fama, había cambiado una desordenada vida psicodélica por una disciplinada.
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