Hay salsas tan picantes que si no resultan letales el que las consume, durante al menos un rato, se quiere morir. Y sin embargo como primates masoquistas que somos a muchos nos gusta la comida picante. De hecho se ha hablado mucho del porqué y de cuál es la razón por la que algunas de las cocinas más adictas al picante extremo provengan precisamente de algunas de las zonas más cálidas del planeta; algo que parece paradójico dado que uno de los efectos del picante es la intensa sensación de calor y quemazón.
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