No me avergüenza confesarlo: me encantaría que alguien aportara pruebas demoledoras de la existencia de algún ser vivo que pulverizara los dogmas, ya fuera vida extraterrestre (hombrecitos verdes) o intraterrestre (eso que suele llamarse criptozoología). Ignoro si la que más se hincha aquí es la vena fantasiosa del escritor o la del biólogo a quien le gustaría asistir a un descubrimiento de esos que los británicos llaman game-changers, que obligan a borrar la pizarra y a replantear todo lo que creíamos saber sobre la evolución de las especies.
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