Como cualquier hijo de vecino, miramos por la economía, al menos la propia. Si no lo hiciéramos, aún estaríamos en el Paleolítico. Confieso que cada día me pregunto qué voy a hacer de comida, pero saben a qué me refiero; no es eso. Como iba empezando, valoramos con qué contamos, con qué podemos contar y, en función de eso, actuamos. Por tanto, no es un salto al vacío el que damos cada día, sino un equilibrio sobre la cuerda, pero con una red que creemos resistente bajo nuestros pies.
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