Daniela narra que después sabría que se trataba de una prueba: si era capaz de matar a Toñito, serviría como sicaria; si no, pasaría droga y seguiría como esclava sexual. Al no poder matar a su “hermanito”, Los Zetas le asignaron traficar con cocaína. Se trataba de un movimiento común en la trata de personas, cuando es manejada por los cárteles: las secuestradas con más años de esclavitud tienen más dificultad de obtener ingresos por servicios sexuales frente a las nuevas víctimas, así que se les deriva a nuevos roles.
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