A principios de la Edad Moderna era principalmente la población de Europa la que se desplazaba a África y al Oriente Medio en busca de una vida mejor o para escapar de la persecución religiosa. Esta tendencia aumentó en el siglo XIX. Desde la década de 1830, los campesinos empobrecidos de España, Malta, Italia y Francia migraron en masa hacia África del Norte. La migración italiana alcanzó su nivel más alto en las primeras décadas del siglo XX, cuando registró un promedio de 12.770 emigrantes al año.
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