Una anciana y un joven profesor han dedicado estos últimos años a enseñar la última lengua indígena viva de El Salvador. Este idioma casi desaparece por la campaña de exterminio que ordenó el dictador Maximiliano Hernández en 1932, cuando el gobierno masacró hasta treinta mil indígenas. Desde entonces la gente tuvo miedo de hablar náhuat. Preferían no hacerlo, por miedo, por protección. Hoy la señora Sixta y el maestro Héctor representan la mejor esperanza de esta lengua.
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