Nos identificamos con el Real Madrid o el Barcelona, con la NBA, pero no con los macedonios. Mi hijo tiene 30 años y no habla macedonio. No está interesado. En mi infancia era raro que jugáramos juntos al baloncesto o al voleibol. Nunca hemos tenido una identidad en común ni puentes de unión en el aspecto cultural. Incluso en los tiempos de Tito, el concepto de hermandad no funcionaba. Los colegios eran los mismos, hicimos el servicio militar juntos… pero el sistema no funcionó. Parecía funcionar en Bosnia, donde luego llegó un momento trágico.
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