Carles Puigdemont y Oleguer Pujol fueron controlados por el servicio secreto durante la larga operación que concluyó con la desarticulación de Terra Lliure para impedir que cometieran atentados durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Diez años antes, 1982, el servicio secreto envió a uno de sus agentes al hotel Meliá de Madrid para contactar con unos “empresarios” y saber cuánto costaba matar a miembros de ETA. Ese agente se llama Mikel Lejarza. Estas son algunas de las muchísimas revelaciones que aparecen en el libro Yo confieso: 45 años
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