En los últimos años, la meditación ha ganado terreno en la cultura occidental, en cierta medida porque se le ha presentado como una especie de "antídoto" a algunos de los efectos más nocivos del estilo de vida imperante en nuestras sociedades. La prisa en que vivimos, el deseo de tenerlo todo bajo control y la obsesión por estar siempre ocupados son algunas de las situaciones propias de nuestra forma de vida en Occidente que conducen a estados como la inquietud, el enojo o la ansiedad. Frente a todo ello, la meditación se ha ofrecido como
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