Todo el mundo tiene una opinión pero ésta no tiene que ser necesariamente respetable: las personas son respetables, las opiniones pueden ser confrontadas si se consideran erróneas. Lo peor, sin embargo, sucede cuando confundimos una opinión con un hecho, una anécdota con una estadística... Todos podemos ser víctimas de estos sesgos, pero entre los adolescentes parece que tales sesgos con muy pronunciados, convirtiéndose en individuos demasiado crédulos y manipulables.
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