El libro se convirtió en un verdadero éxito de ventas, no sólo en Reino Unido, también por todo el mundo. Pero con las ventas también empezó a crecer el miedo a que todo fuera una mentira, y que realmente el tesoro no existiese. Eso hizo que Williams apareciera en los medios de comunicación, explicando que las claves que guardaban las ilustraciones servirían para encontrar el lugar en el que estaba enterrado el tesoro, una liebre de oro de 18 quilates, con incrustaciones de rubí y piedras de luna, valorada en 35.000 euros de la época.
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