Lou Reed, Rolling Stones, Eric Clapton... todos los popes de los años 60 y 70 le habían cantado a cocaína y la heroína como algo cool, pero solo un grupo, en la escena más radical del momento, la del hardcore americano, tuvo valor para gritar que querían llevar una vida sana. Fueron Minor Threat, una de las puntas de lanza del género de los adolescentes que habían aprendido a tocar escuchando punk, vivían en barrios residenciales y su futuro era alienante a más no poder con la llegada de Reagan y el cambio cultural que supuso.
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