La psicología evolutiva y social nos enseñan que somos tanto producto de nuestro medio ambiente y nuestros actos como de nuestra dotación genética. Al no considerar esto, el naturalismo social se convierte en un determinismo biológico, que ve a las personas como productos de la biología y la sociedad como una excrecencia biológica; un dispositivo para satisfacer necesidades biológicas. Los naturalistas tienen razón al destacar la continuidad de la sociedad y la naturaleza pero se equivocan al subestimar los componentes artificiales.
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