Siempre pensé que los marineros de hace unos siglos tenían un aspecto descuidado, con el pelo largo y la barba larga, por la propia vida a bordo. Ya saben, pasar semanas en unos pocos metros cuadrados, con el sol quemando o la lluvia atacando. Durmiendo en su coy bajo cubierta, en esas hamacas que con el movimiento del océano parece que acunan a los hombres de mar. Pensé que era por eso, pero me equivocaba. Era porque los marineros se salvaban por los pelos largos, cuando caían al agua y tenían suerte.
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