Cuando varios de ellos irrumpieron en el hemiciclo, y Tejero se subió a la tribuna de oradores, Manuel Gutiérrez Mellado, teniente general y vicepresidente del Gobierno de Adolfo Suárez, saltó de su escaño sin que Suárez pudiera impedirlo y ordenó a los golpistas que entregaran las armas y abandonaran el edificio. Se negaron, y unos cuantos se abalanzaron sobre él e intentaron tirarle al suelo. El hombre tenía casi setenta años, pero no lo lograron. Fue una imagen bochornosa que, vista retrospectivamente, delataba que el golpe era una chapuza.
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