Una mañana llamaron a su cuarto para servirle el desayuno. Nadie contestó. Sobre el lecho estaba don Manuel de Falla, "al parecer dormido", como escribiría su hermana Carmen. Era el 14 de noviembre de 1946. En su residencia Los Espinillos, en la Córdoba argentina, había pasado de la vida a la muerte por un breve puente de silencio. Ese silencio que tanto amó, y por el que marchó a Granada un día, y abandonó Granada por Mallorca, otro. Hace medio siglo que la música española está sin Falla y, sin embargo, Falla sigue presente en ella.
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