El carácter asocial y caníbal de las mantis dice mucho sobre el tipo de animal que es: un depredador en estado puro, una pequeña máquina de matar que no perdona ni a sus congéneres. Es hasta posible que ni siquiera sean capaces de reconocer a sus congéneres como tales. Hasta ahora nadie ha conseguido detectar indicio alguno de comunicación social entre dos ejemplares. En épocas pasadas, los entomólogos se preguntaban cómo era posible que dos mantis se pusieran de acuerdo para copular. La respuesta resultó ser sencilla: no se ponen de acuerdo.
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