Tras la Primera Guerra Mundial, Francia y el Reino Unido se repartieron gran parte de los territorios otomanos en Oriente Próximo. La fórmula elegida fueron los mandatos de la recién creada Sociedad de Naciones, por los que franceses y británicos se comprometían a administrar los territorios hasta que estos alcanzasen la independencia. Las dos décadas de presencia francobritánica sembraron las semillas de algunos de los problemas actuales de la región: las tensiones sectarias, la debilidad estatal y el conflicto árabe-israelí.
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