Durante milenios, la población de la Suiza Septentrional y Central padeció misteriosos problemas de salud: grandes hinchazones en el cuello y anomalías congénitas. En 1914, el médico y poeta Heinrich Hunziker se dio cuenta de que el problema era la carencia de yodo. 25.000 años antes, una enorme capa de hielo había arrasado la capa superior del suelo, las rocas de la superficie y el yodo natural. Se añadieron pequeñas cantidades de yodo a la sal de mesa y los misteriosos síntomas desaparecieron.
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