En su alegación, Fellows y Hadden explican los grandes perjuicios que suponen que un espectáculo que estaba programado para dar comienzo a las 20.30 horas no acabe dando el pistoletazo de salida hasta las 22.30 horas. Según la demanda, dichos inicios tardíos constituyen un "ejercicio sin motivo alguno de publicidad engañosa, de tergiversación negligente y prácticas comerciales desleales y falsas" con el consumidor.
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