El último gran caballo de batalla a vapor que tuvo Renfe silbando por los caminos de hierro españoles. (...) Súbita fuerza. Salvaje belleza. Portento estético. Sin duda, vieja de las que tuvo y retuvo. Son estas y algunas frases más las que voy hilando mentalmente cuando, tras caminar por el andén derecho de la madrileña estación de Delicias me detengo frente al enorme radio de las ruedas motrices y vasto varillaje de la locomotora 242-001. Y os preguntaréis: ¿Tanto halago para un sencillo eslabón numérico?, ¿para una matrícula?
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