Antes de que existieran los ordenadores hacer copias de seguridad era algo menos habitual: eran más laboriosas de hacer y menos necesarias, porque las amenazas que ponen en peligro un manuscrito a mano son más reducidas, si acaso un incendio, una inundación o una pérdida. Una de esas situaciones es que tu perro se comiera una parte o todo tu manuscrito. Le pasó a Jack Kerouac con el manuscrito de En el camino, un documento conocido como «el rollo», y también le pasó a John Steinbeck con el manuscrito de su novela De ratones y hombres.
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