Un Asimov de 62 años se dispuso a continuar con un hilo cortado 30 años antes. Cuenta que lo primero que hizo fue armarse de valor y releer la Fundación original. Lo que está claro es que ya no era la misma época y él mismo ya no era la misma persona. Treinta años no pasan en balde. Y no me refiero a estilos de escritura, a la perfección del oficio ni nada de eso, que también. Me refiero a las propias ideas de Asimov y a las propias ideas de la sociedad. Mucho había cambiado.
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