Felipe IV, el injustamente tildado como rey pasmado, hablaba italiano, español, aragonés, catalán, portugués y francés. Leyó biografías de Fernando el Santo, Alfonso el Sabio, Fernando IV, Alfonso IX o de Juan I y documentos manuscritos de los Reyes Católicos y Carlos V. Conocía la historia de las Indias, de Flandes, Francia e Inglaterra. Se codeaba con Salustio, Tito Livio y Tácito. Y no fue, además, una excepción en la lista de los Austrias que gobernaron, con mayor o menor suerte, el inmenso imperio hispánico.
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