Aquel Levante era un adelantado a su tiempo. Era el único que entrenaba cuatro días a las semana (el resto lo hacía dos), que se concentraba tanto en los partidos de casa como en los de fuera (viajaban en al previa y el resto el mismo día de partido) y cobraban (el resto no). Sueldos que oscilaban entre las 50.000 y las 300.000 pesetas anuales, un dinero que daba para ciertos caprichos. "Nos llamaban las millonetis, pero simplemente éramos profesionales", asegura María José Casamayor, guardameta de aquel equipo y apodada 'Gullit'.
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