Su sino era batallar contra la huella que le dejarían la falta de una figura materna primero y la tutela de un padre autoritario después. Marcado por el abuso del alcohol y la inestabilidad mental, culpó de los genes que le inclinaron a la locura a su padre, un médico militar extremadamente religioso que le educó con mano de hierro, y de la predisposición a la tuberculosis a su madre, que murió de dicha enfermedad cuando el artista contaba con cinco años. «Enfermedad, locura y muerte fueron los ángeles negros que velaron mi cuna» solía decir.
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