Más de 2.500 pasajeros y 1.000 empleados. Un crucero es una pequeña ciudad flotante, pero a diferencia de cualquier urbe, las gigantescas naves son también un lugar exclusivamente dedicado al recreo y a la diversión, apartado de lo cotidiano y de donde no se puede escapar, así como un emplazamiento móvil lejos de la legislación de cualquier Estado. Estos dos factores convierten a estas embarcaciones en un edén de la exuberancia donde sus habitantes, tanto turistas como trabajadores, se sienten muy dispuestos a dejar en sus respectivos países.
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