Con trabajo asegurado para muchos años, Rafael se dedicó a la pintura y a su otra pasión: las relaciones sociales. Celebraba los encargos invitando a amigos y compañeros a beber en las tabernas más populares de Roma, y cada noche conocía a una dama distinta. A su fama de amante total y a su prestigio como maestro pintor se le sumó su carisma bondadoso y amable, fruto de aquella educación humanista en la aristocracia. Si se encontraba con pintores en situación de necesidad los contrataba para trabajar en su taller y les daba clases de pintura.
|
etiquetas: rafael , artista , pintor , arquitecto , vida , historia