El martes pasado recibí la llamada de mi hermana para darme la noticia. Se estaban exhumando los restos de la fosa común de la Guerra Civil en el cementerio de Porreres y ya tenían nuestro ADN para poder cotejarlo con los cadáveres. Para que comprendan lo que significa esa llamada debería empezar contándoles una historia familiar; una historia común a miles de familias de este país.
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