La escena transcurre en las puertas de una cárcel, la de Guadalajara. Un nutrido grupo de militantes socialistas encabezados por su líder Felipe González despide a un par de compañeros que van a entrar a cumplir condena. Es el 10 de septiembre de 1998, y a varios de los dirigentes asistentes al momento – Pérez Rubalcaba, Borrell… - se les saltaron al parecer las lágrimas cuando les vieron traspasar la reja. De Felipe González dicen las crónicas que nunca se le había visto tan embargado por el dolor y la rabia.
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