Las ciudades de Pompeya y Herculano quedaron sepultadas por las lavas volcánicas del Vesubio en el año 79 d.C. hasta que en 1738 y 1748 se excavó la zona gracias a la iniciativa del ingeniero zaragozano Roque Joaquín de Alcubierre, director de obras del rey Carlos-VII de Nápoles (el futuro rey Carlos III de España).
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