Jesús vivió en carne propia, junto a su familia, la cruda realidad de tener que dejar su país y trasladarse a tierra extraña en busca de seguridad y bienestar. Seamos personas hospitalarias con los inmigrantes que se acercan a nuestras comunidades de fe. Continuemos desarrollando iniciativas que promuevan un bienestar físico, emocional y espiritual de todas las personas.
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