Los pastores pueden llegar a ser de gran ayuda, un salvavidas, en circunstancias adversas, para los montañeros que con recurrencia se extravían o lastiman en la sierra de Aralar, especialmente con mal tiempo. Jerónimo Nazabal, alias Beltza, el más veterano de los pastores de Aralar, admite que los de su gremio son gente con mal genio y "es posible que luego se lleven una hostia del pastor" por espantarle a las ovejas, bromea, "pero siempre será mejor" que seguir perdido y exponerse a morir de frío o caer dentro de una sima de la sierra.
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